domingo, 4 de noviembre de 2007

Comentario 1"Instrumentación didáctica del trabajo en el aula"



MADEMS Filosofía

Comentario a la lectura: “La instrumentación didáctica del trabajo en el aula”

de Ofelia Eusse Zuloaga

Hablar acerca de didáctica resulta siempre problemático, en tanto no se entienda que dicha disciplina no es meramente un conjunto de prescripciones acerca del cómo enseñar, sin ir más allá de las técnicas y procedimientos que permitan alcanzar un aprendizaje determinado. Por el contrario, compete justamente a ella un reflexión teórica acerca de la acción educativa que revise los conceptos fundamentales en los que se funda la práctica docente, y que en la reflexión teórica amarrada en la experiencia cotidiana, transforme los modelos de enseñanza habituales, que son en su mayor parte de las veces ineficaces, debido a la inmovilidad y petrificación de las estructuras propias al docente y a las instituciones educativas.

Una reflexividad en cuanto a la didáctica de la disciplina implica pues, la constante adecuación de la teoría en la práctica, movimiento que parte del análisis de qué y para qué enseñar algo, de esta suerte, la didáctica se enfrenta a dos cuestiones vitales para lograr alcanzar metas educativas.

Me refiero, en pocas palabras a la relación existente entre los fines –implícitos o explícitos- de la acción educativa, consignados en objetivos, planes, programas, etc. Y el conjunto de técnicas, procedimientos y recursos movilizados en la toma de decisiones en lo que se conoce como instrumentación didáctica.

En la instrumentación didáctica se encarnan los objetivos y los fines que están latentes en una práctica docente, y dentro de ese proceso interactúan diversos elementos, como lo son las actividades de aprendizaje, los niveles afectivos en el interior de un grupo, las expectativas y los objetivos personales de alumnos y profesores, las limitaciones inherentes a la capacidad coordinadora del profesor, la motivación del alumno, etc. Todos estos factores son ya conocidos y analizados por la mayoría de las orientaciones teóricas de la enseñanza y el aprendizaje, no deja –sin embargo-, de ser necesaria una revisión de los conceptos asumidos en este articulo.

Así, como ya se mencionó, las actividades de aprendizaje tienen una importancia remarcable, en tanto que si son diseñadas con cuidado y reflexión, permiten lograr los objetivos de la práctica docente, mientras que una falta o deficiencia en la planeación o un uso acrítico y separado de los objetivos y de la relevancia pedagógica que sintonice con dichos objetivos, puede traducirse en un sabotaje para la clase.

De hecho, una de las causas más frecuentes en el fracaso de una práctica docente que integra dinámicas y actividades de aprendizaje, es el hecho de que se desconocen, por un lado los elementos que permiten lograr una actividad coherente y relevante, y por el otro lado, se utilizan como fines en sí, y no como un medio eficaz para lograr aprendizajes. En este sentido, el uso dogmático de la actividad de aprendizaje puede convertirse en uno de los obstáculos más difíciles de sortear para una transformación docente. Esto por que implica un proceder del docente que pasa siempre por el tamiz de una estructura cognitiva determinada, que en su caso denominaremos estereotipia. Dicha estructura es concientizada y modificada en tanto que el docente sea reflexivo y tome en cuenta los factores que intervienen en la dinámica educativa, sus interrelaciones y la sistematización crítica de experiencias docentes.

Una selección atinada y proporcional de las actividades de aprendizaje está circunscrita pues, al conocimiento que se tenga de la circunstancia en la que será aplicada, puesto que de tal conocimiento se puede sacar provecho adecuando la forma y el contenido a las peculiaridades del grupo en que será aplicada. Para ello es preciso tomar en cuenta la madurez del grupo, las capacidades del coordinador, las limitaciones de ambos integrantes, los recursos e incluso el estado afectivo del grupo y el “clima emocional” de la clase.

Parece ser que uno de los mejores manejos de actividad de clase se presenta cuando los actores de la dinámica pueden tomar decisiones e involucrarse en facetas del proceso de la actividad. En este caso, el trabajo en equipo se muestra como un medio que promueve la participación de los integrantes, la comunicación y la interacción en diversos niveles.

Ante cualquier actividad de aprendizaje, es sumamente deseable que se hagan adecuaciones que permitan que los estudiantes tengan una serie de experiencias con las que puedan integrar los contenidos. Así, responder al tipo de preguntas como: ¿esta actividad sirve a los objetivos propuestos?, ¿está acorde al nivel de madurez del alumno?¿promueven el aprendizaje? O ¿responden a las necesidades del grupo?.

De estas preguntas saldrán los criterios para modificar y adecuar las actividades a las necesidades reales del grupo y del docente.

El aprendizaje precisa ser sistematizado para que tenga eficacia y eficiencia, puesto que de experiencias sueltas e inconexas es sumamente difícil integrar lo esencial. Justo a través del sistema y del método es como las experiencias educativas pueden convertirse en condiciones para que el alumno se apropie significativamente del conocimiento.

Así, sistematización será la organización, planeación y selección de contenidos y recursos para el aprendizaje. Hablar de sistema implica hablar de métodos y criterios de sistematización. Por ello, cuando decimos que el aprendizaje precisa ser sistematizado, precisamos a la vez de un método que permita sistematizar tal aprendizaje. El método se convierte pues en la vía por la cuál se logra la traducción de los hechos o contenidos en un estructura epistémico que le permita al alumno ser auto consciente de su proceso de aprendizaje y tenga el control sobre del mismo. A la vez, el método traduce los fines u objetivos, en situaciones de aprendizaje que permitan la integración de los primeros en una estructura cognitiva que se mueve y se reacomoda a través de la interacción con los compañeros, con los recursos que sirven de mediadores entre la realidad interna y externa, y entre el grupo y el profesor. A esto le llamaremos metodología didáctica, que se condensa en actividades orientadas hacia los fines y objetivos previamente tratados, por medio de componentes operacionales, mismos que son todos aquellos procedimientos, técnicas y recursos que permiten la traducción de la que ya hablámos anteriormente. La metodología didáctica que se presenta en un salón de clase a través de la planeación que un docente realiza para su materia, tiene como límite la propia estructura o estereotipia del profesor y del grupo. Como toda relación dialéctica, la enseñanza aprendizaje no puede considerarse un desarrollo lineal y progresivo, sino una superposición de estados que devienen en un reacomodo de la misma estructura que intenta integrar los elementos que antes parecían inconexos. Como toda dialéctica aquí aparecen las contradicciones y los problemas que precisan ser superados e integrados.

Así pues, las actividades de aprendizaje constituyen uno de los momentos nodales de la enseñanza, y para su sistematización hace falta sistematizar a su vez las mismas actividades. Por ello no entenderemos una rutina fija de la actividad que por sis misma produzca aprendizajes, sino una aplicación proporcional a cada situación, pero que sin embargo, en la diferencia presente homogeneidad y coherencia. Esto puede lograrse a través del cuidado al diseñar e implementar como ya se menciona al principio. Para ello, se proponen tres conceptos que permiten un acercamiento metódico a la actividad, a saber: continuidad, secuencia e integración. Por continuidad, se entenderá la periodicidad con la que una actividad será realizada. Este es un elemento muy importante, dado que la continuidad forma el hábito, así como la inconstancia promueve la dispersión y la fragmentación.

Por secuencia se entenderá el orden y la profundidad en que es llevada la actividad, y puede ser tomado como un proceso que permita llevar de lo sencillo a lo complejo, o de lo concreto hacia lo abstracto de manera controlada. El último nivel sería la integración mediante la cual la estructura asimila y reacomoda las experiencias y los contenidos. En este nivel deberían poderse mostrar evidencias de que dicha estructura en efecto ha sido modificada.

De esta manera, la sistematización del aprendizaje expresado en actividades puede tomar como líneas generales de acción, que toda actividad presente tres momentos en los que los principios anteriormente descritos se cumplan. Dichos momentos son: apretura, desarrollo y cierre de la actividad de aprendizaje.

Se ha propuesto que la apertura permita al alumno recuperar y concienciar un cúmulo de información previa que ya posee sobre algún hecho. La apertura pretende poner a todos los participantes en un situación de reflexión de primer nivel por así decirlo, en la que pueda relacionarse con cierto conocimiento que está ya ubicado dentro de la estructura cognitiva del alumno. En este primer momento se evidencia que la información es de índole subjetiva, puede ser o no verosímil, o de opinión general. El objetivo es que esta información que ya tiene un lugar en su estructura cognitiva, sea re acomodada y ampliada.

La siguiente fase sería el desarrollo, momento en el cual se presenta nueva información relevante que confronte la estructura cognitiva del alumno. Dicha información deberá ser procesada, por ejemplo a través del análisis individual o grupal. Esto permitirá que se pongan en movimiento los elementos antes descritos. A través de la discusión, el debate, la lluvia de ideas, la confrontación de casos, etc., se puede lograr el análisis.

La última fase del proceso tiene que ver con la manera en que esta información es integrada y apropiada. Si hay una modificación en la estructura del alumno, esta deberá poder ser evidenciada en un producto más complejo, que maneje mayor profundidad reflexiva o mayor destreza aplicativa.

En conclusión, hay algunos lineamientos que pueden servir de criterio para elaborar y diseñar una actividad de aprendizaje. La importancia que reside en el diseño es tal que de ello puede resultar el éxito o el fracaso de un intervención educativa. El diseño de una actividad de aprendizaje debe tomar en cuenta las circunstancias de los alumnos y las capacidades y debilidades del profesor, pero esencialmente la relevancia de lo que se enseña más que en el medio y el contenido que se enseña. Es tan significativo esto, que una buena práctica docente puede consistir en recursos tan humildes como un pizarrón y un gis. Sin embargo, es importante integrar las nuevas tecnologías de manera proporcional dentro de un buen diseño de clase.

Y como en todo, no contar solo con lo planeado, sino con aquello que no estaba dentro del diseño, es decir: tener la capacidad de ser flexibles en nuestras prácticas y diseños de actividades de aprendizaje.

4 comentarios:

Alma Rosa dijo...

Buena noche Jorge!

¿Qué onda con tu blog? son las 11:19pm del día martes 06 de noviembre y los comentarios que te he hecho aparece 07 nov 19:??. No se vale... ya tengo sueño ¿y aparece esta fecha? Jejeje

Al releer los puntos centrales de este artículo, me ayuda a considerar lo fácil que es leer, opinar y comprenderlo sólo en el plano teórico. Ah! pero el reto está en llevar todo esto al salón de clase, a la realidad.

Tú señalas muy acertadamente que en el "diseño" de nuestras estrategias de enseñanza radica el éxito o fracaso de nuestra labor educativa y ya lo estoy "viviendo"... es interesante toda la responsabilidad que conlleva una sola palabra, pues hoy aprendí que a través del diseño, podemos conocer nuestras deficiencias conceptuales.

Hasta mañana!

Armando dijo...

Jorge:
Haz llamado la atención en un punto, que como docentes es común que olvidemos, parece ser que uno de los mejores manejos de la actividad de clase se presenta cuando los actores de la dinámica pueden tomar decisiones e involucrarse en facetas del proceso de la actividad. En este caso, el trabajo en equipo se muestra como un medio que promueve la participación de los integrantes, la comunicación y la interacción en diversos niveles. Aquí no debemos olvidar, que una pieza central en el trabajo de equipo es el docente. Quien no puede permanecer al margen, pues sólo con su participación activa, el proceso de enseñanza=aprendizaje puede rendir frutos. Saludos Armando Rubí Velasco.

Mackrina dijo...

Jorge:

Yo también pienso que el diseño de la estrategia docente es fundamental para el éxito o fracaso de nuestra labor educativa. Sin embargo, también considero que por más bien diseñada que se tenga una estrategia, siempre habrá algo no contemplado que te mueva por completo, incluso todo tu plan de trabajo. Yo creo que aquí es donde radica la plasticidad que debe tener un docente, su capacidad para fusionarse con el todo sin perder de vista los objetivos de su enseñanza. Para mi eso es ser un buen maestro, el que planifica sus clases, cuida sus estrategias y a la vez se sintoniza con el grupo en un pacto de dialogicidad.
Me pareció interesante tu lectura del artículo.

Cecilia dijo...

Este párrafo del análisis que presentas me conflictúa "La última fase del proceso tiene que ver con la manera en que esta información es integrada y apropiada. Si hay una modificación en la estructura del alumno, esta deberá poder ser evidenciada en un producto más complejo, que maneje mayor profundidad reflexiva o mayor destreza aplicativa".
Para mi trabajo de tesis estoy en la búsqueda de que los alumnos logren concretar el componente abstracto del conocimiento que es complejo per se. Entoces al leer este párrafo pienso que tienes toda la razón, pero no puedo encontrar el mecanismo para aplicarlo en mi caso de enseñanza parendizaje.